EL CIRCO DE BALTASAR

AUTOR: Pepe Maestro
EDITORIAL: Edelvives.
PÁGINAS: 105.
OPINIÓN: No me ha gustado mucho porque me he aburrido demasiado pero no esta tan mal.

• RESUMEN:

El libro trata de un niño que se llama : Gaspar  y el tenia un tío que se llama : Baltasar. El tío es domador, poeta domador de tormentas y poeta lunático. El niño a veces hubiera preferido que el tío hubiera sido otra cosa como por ejemplo : carpintero. Los carpinteros pasan en un taller y no andan de un lado a otro pero a el era difícil verlo ya que  solamente lo veía una ves al año por lo demás era maravilloso. 

Tenia unos bigotes largos suavemente rizados  a veces parecían olitas y a veces dos látigos practicaba  un arte muy raro que le llamaba <<capilaromancia  infranasal>> el tenia un camaleón llamado: Onix el atenia un parche en un ojo  un dominio sorprendente de sus emociones. Baltasar lo encontró herido  bajo las garras de un gato hambriento. Lloraba gris de la desesperación Baltasar se acerco con los bigotes levantados en señal de amistad.

El gato arqueaba su espalda sin soltar a Onix susurrando le fue explicando como se enamoran los camaleones, como comparten la luna con los gatos, le hablo del fruto antiguo pacto que hicieron gatos y camaleones en el tiempo de migraciones. Así hablando le en susurros  logro que lo soltara. Después de curarlo, Onix se torno en color azul en señal de agradecimiento por haber lo salvado. A Baltasar le sorprendió muchísimo aquella habilidad para expresarse.

Decidieron  asociarse y probar fortuna. Le enseño el alfabeto y ciertas artes para el aprendizaje de uno mismo poco a poco. Onix fue dominando sus<< cromatoforos>> hasta el punto de lograr escribir letras sobre su piel antes de que llegara el circo al pueblo. Cuando pasaban unas palomas volando el tío hace circo en los bosques después de una  tragedia, el estaba en el bosque y callo una tormenta, se refugio en un tronco en lo que pasaba la tormenta y callo un trueno en el tronco donde el estaba y por suerte no lo mato y el agradece a dios de no haber muerto.

 ELENA GIL ROY 6ºA